Ni siquiera braguitas o bien tanguitas le agrada llevar a Noelia. Desde el instante en que sus progenitores se han ido a hacer un crucero por el Mediterráneo ya hace múltiples semanas, la zorra no ha parado de hacer guarrerías. Esta vez, por servirnos de un ejemplo, la visitó uno de sus mejores folloamigos, y la verdad es que empezó a adoptar diferentes posturas en el sofá del salón de casa para educar al tío sus encantos más ocultos, singularmente el chocho recién depilado hace dos horas.
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