Comenzaron comiéndose la boca, y acabaron metiéndose consoladores por todos lados. Lo que para Thais y Susi iba a ser un juego sexual sin relevancia, terminó mudando la condición sexual de las dos. Gozaron recorriendo cada centímetro de sus cuerpos, y lo mojaditas que estaban aumentó la tensión sexual que se respiraba en el entorno. Tanto les agradó la experiencia, que ya no desean regresar a chupetear rabos.
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